viernes, noviembre 04, 2005

Adam Smith y la riqueza de las naciones

Este insigne representante de la economía, nació hace 280 años, no se sabe con exactitud el día. Fue bautizado el 5 de junio de 1723 en Kirkcaldy, Escocia. Su padre, murió antes de que él naciera. Antes de ser economista, Smith fue un filósofo de la moral. Su libro “Una investigación acerca de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”, publicada por primera vez en 1776; se ha convertido en una especie de biblia de las ciencias económicas. Joseph Schumpeter, la comparaba, por su celebridad, con “El origen de las especies” de Charles Darwin. Junto a David Ricardo y John Stuart Mill, conforman la triada obligada de los clásicos de la economía. Smith abordó en su voluminosa obra, así como en otras; los problemas de la justicia, la esencia del hombre, la libertad, la sociedad, la moral, la política. Estrechamente vinculados a él se encuentran el liberalismo económico, la división del trabajo y la conocida “mano invisible” que conduce los procesos económicos. Una representativa observación smithiana, es que cada individuo, para satisfacer su interés, es dirigido, por una “mano invisible” y, al mismo tiempo —sin proponerselo—, llena los de la sociedad. Se supone que los problemas fundamentales de la economía: ¿Qué producir? ¿Cómo producir? y ¿Para quién producir? Son resueltos de manera automática, por la oferta y la demanda. En “La riqueza de las naciones”, como se le conoce coloquialmente, realizó un amplio análisis de la interdependencia de los procesos económicos. Estudia cómo se desarrolla la economía timoneada por las fuerzas del mercado. La obra tiene sus fundamentos en las conferencias, dictadas en las universidades en dónde enseñaba. La concepción del mecanismo del mercado tiene hasta hoy una relevancia persistente. Analizó el motivo del hombre por su seguridad, el estrecho vínculo entre los valores materiales y espirituales. La obra de Smith ha prevalecido en el tiempo. Su actualidad, no deja entrever sus 227 años de existencia. Smith, padre espiritual del liberalismo económico, es también, sin lugar a dudas, junto a Marx y Keynes, de los economistas refinados y selectos de la humanidad. La Riqueza de las Naciones es una obra maestra de la economía y, por su estilo una obra clásica de la literatura universal. Fue escrita en cinco libros, con un esmero cuidado por la precisión y, evitando, pretender hacer absolutas sus ideas. Pecado actual de los sacerdotes neoliberales, quienes han convertido, al mercado, en un dogma sagrado, pues, no se puede dudar de él, ni criticarsele y, al Estado en un poder profano, que conduce al tártaro de la miseria. Smith en general escribió claro, fluido, leíble y no demasiado técnico como David Ricardo, Marx o John Maynard Keynes. Utilizó como escritor, la suma virtud de la modestia. Fue contundente para exponer con ejemplos lo que escribía. Un factor que con seguridad, promovió la propagación de sus ideas. Sin duda, “La riqueza de las naciones”, es el “primer tratado de economía del desarrollo” y Smith el primer “economista del desarrollo”. La fuente de toda la riqueza se basa en el trabajo humano poductivo y no en el comercio, como pensaban los mercantilistas y no la naturaleza, como sostenían los fisiócratas. El bienestar nacional, es el producto de la destreza abnegada de los trabajadores. Con injusticia se le asocia doctrinariamente al “laissez faire”, su teoría no se dirije hacia la no injerencia del Estado, sino contra la intervención considerada dañina. Es un adefesio, intentar atribuir a Smith, la consideración, que el rol del Estado sea superfluo. Allá donde falla el mercado, como es en la producción de bienes públicos y la tendencia a formación de monopolios, es la “mano visible” del Estado justa y necesaria. La privatización de monopolios naturales, no ha propiciado mejorar el servicio y ha sido caldo de cultivo de la corrupción. Uno de sus más grandes estudiosos y traductor al alemán de la obra; Horst Claus Recktenwald, escribía: “Nadie puede osar hablar de economía con cierta autoridad, realizar sentencias económicas, estudiar las ciencias económicas, investigarla o querer enseñar, sin conocer la Riqueza de las Naciones”. Smith dejó de respirar el 17 de julio de 1790 en Edinburgh y jamás contrajo nupcias. En tiempos de globalización los ricos cierran los mercados a los productos de los países pobres que potencialmente tienen ventajas comparativas. La riqueza no llegará nunca a nuestros países, si se maquillan los tratados de libre comercio, con las millonarias subvenciones. Por ello no es herejía, preguntarse, si de verdad la “mano invisible” funciona o no es visible, porque sólo es una ilusión. No se puede propagar la doctrina del libre mercado, fuera de las fronteras, cuando se rescata a las empresas y suben los subsidios a la agricultura doméstica. Se hace la guerra para cautivar mercados de materias primas estratégicos. De esa manera la mundialización es una partida desigual, una fábrica de pobreza y; un boleto directo al infierno, donde los países ricos escriben las leyes, para que sean cumplidas por los países pobres.

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