jueves, noviembre 03, 2005

El modelo de desarrollo taiwanés

El acelerado proceso de cambios en el que estamos inscritos, la globalización, nos obliga a buscar respuestas que de alguna forma logren mitigar el nivel de incertidumbre que acompaña a este paradójico transcurso. El ritmo vertiginoso que envuelve aspectos financieros, comerciales, tecnológicos y económicos, entre otros, nos lleva a plantearnos una discusión de vieja data como lo es la del desarrollo económico. En el marco de las relaciones económicas y políticas internacionales, las naciones se han abocado a la incesante búsqueda del modelo perfecto para la generación de un crecimiento económico. Muestra de ello lo constituye este siglo que finaliza, y más específicamente las últimas tres décadas que han sido intensas en la elaboración y puesta en práctica de diversos modelos o esquemas que han perseguido ser la respuesta y solución para que muchos países que aún no poseen unas economías y mercados saludables los obtengan.
Esta ardua tarea aun continua, dada la asimetría existente entre el norte industrializado y el sur no industrializado que gracias a la globalización se ha hecho más evidente, además de la urgente necesidad de evitar a toda costa estar al margen y conseguir la inserción en el mercado mundial. Como podemos apreciar a simple vista los retos se han complejizado y la toma de decisiones se ha hecho cada vez más difícil, dada la multiplicidad de actores que ahora intervienen, lo cual hace que cada uno de los participantes, sean gobiernos, empresas, organismos tanto gubernamentales como no gubernamentales, deban evaluar gran cantidad de procesos simultáneos para dirigir sus acciones con éxito.
Ante tal diversidad se deben buscar estrategias más integrales que logren armonizar las variables de tiempo y espacio, de allí que como plantea Tortora (1997), se impone ser competitivos e innovadores, en áreas como la negociación, la formulación de estrategias nacionales y en la actividad productiva. En búsqueda de esa innovación y competitividad nos hemos planteado una visión un poco distinta, a las que habitualmente estamos acostumbrados, como lo es estudiar el milagro económico asiático, un hecho que hasta hace tres décadas atrás era casi impredecible y verlo hoy día como una realidad nos generó un sinnúmero de preguntas, como por ejemplo ¿Cómo alcanzaron tal desarrollo? ¿Con qué elementos contaban para entonces? ¿Qué sistema utilizaron?. Ante estas preguntas no teníamos otra salida que darnos la tarea de tratar de responderlas y fue de esta manera como tropezamos con el particular caso de Taiwan.
El modelo de desarrollo económico taiwanés
La experiencia de Taiwan la podemos describir brevemente en tres fases fundamentales: en primer lugar tenemos la reforma agraria (1949), que permitió liberar la fuerza de trabajo en las áreas rurales y creó incentivos materiales para los agricultores, incidiendo en un aumento de la producción; se consiguió que la distribución de tierras fuera más equitativa y que se redujera, en gran medida, la influencia de los terratenientes en la política nacional; los terratenientes que se inscribieron en la reforma fueron indemnizados con participación en empresas públicas y bonos gubernamentales, lo cual generó en poco tiempo un nuevo grupo de industriales que ayudaron en el proceso. En segundo lugar, el sector industrial (1953), con la puesta en práctica de los planes cuatrienales permitió un crecimiento industrial considerable dando como resultado una estructura económica estable a través de la pequeña y mediana industria (PYMI); y en tercer lugar, el cambio del modelo que va de la sustitución de importaciones al modelo exportador o de orientación hacia fuera, siendo la razón principal que algunas de las industrias desarrolladas en las primeras fases habían madurado y podían competir en alguna medida en el mercado internacional.
Lo anterior solo nos muestra las líneas estratégicas que siguieron, pero debemos señalar los factores externos e internos que permitieron la evolución del modelo. Es así como no podemos dejar de lado la situación internacional imperante, que favorece el desarrollo, sobre todo en las décadas de los cincuenta y sesenta donde las confrontaciones entre el este y el oeste fueron muy reales y la intensidad de la Guerra Fría hizo que las dos superpotencias lucharan por hacerse aliados. De allí que Washington no sólo proveyó ayuda financiera, transferencia tecnológica, inversiones directas, comercio bilateral y ayuda militar a Taiwan, sino que también le permitió el acceso al mercado más grande del mundo, prácticamente sin restricción alguna, lo cual convirtió a esta nación en un beneficiario de la Guerra Fría.
En cuanto a los aspectos internos que sirvieron de plataforma para el éxito de modelo se cuenta con la existencia de un cuerpo de burócratas altamente calificados, con un amplio sentido de la planificación; además está el factor cultural que incluye un alto valor a la educación, donde la inversión en este rubro le permitió al gobierno formar una fuerza de trabajo altamente capacitada, conjuntamente con los preceptos religiosos del confucianismo, crearon la base de una sociedad con obediencia a la autoridad, autodisciplina y con un sentido de compromiso.
También podemos señalar algunos factores técnicos como fueron: la política de reforma agraria; la privatización; una alta tasa de empleo; altas tasa de ahorro; una bien planeada inversión en infraestructura; sobresalientes habilidades en la conducción de negocios; guías para la administración; entre otros, que estuvieron apoyadas por la política de gobierno.
Por último, destacamos la importancia que tuvo la plataforma creada por la PYMI, la cual le permitió a Taiwan productividad, flexibilidad y adaptabilidad. Con el dominio productivo representado por la PYMI se indujo a la conformación de una fuerza de trabajo flexible, capaz de adecuarse a las demandas derivadas de la introducción de nuevas tecnologías, demandas del mercado e incluso relevo generacional.
Para Taiwan el camino fue la inscripción en un modelo de desarrollo capaz de explotar intensivamente su mayor capital: fuerza de trabajo, lo cual constituye la explicación del crecimiento sostenido de la PYMI frente a la industria pesada.
En síntesis podemos decir, que el modelo de desarrollo taiwanés, como lo señala Tai (1994), es una especie de economía "directiva", "semiplaneada" o "guiada", o una combinación de los sistemas económicos capitalista y comunista. También llamada economía "concertada".
Lecciones del modelo de desarrollo taiwanés
Este breve recorrido descriptivo, que muy grosso modo señalamos, sobre el modelo de desarrollo taiwanés, nos sirve de base para sustentar algunos elementos de reflexión que hemos denominado "lecciones", y que sin animo de imitar su proceso creemos pueden ser aplicables en cualquier escenario que requiera de una reconducción o la implantación de un modelo de desarrollo económico que permita de una u otra forma mitigar y por qué no, tal vez llegar a consolidarse como una estrategia alternativa en la creación de un modelo económico propio, que permita la generación de recursos, movilidad y crecimiento, y nos brinde la posibilidad de seguir siendo actores participantes y no solo observadores del denominado proceso de globalización.
Tal vez lo anterior suene muy optimista e incluso utópico, pero es simplemente una visión de cómo podemos cambiar nuestra realidad, en el caso particular de Venezuela, a partir de las experiencias de uno de los llamados "dragones asiáticos".
En Taiwan el esquema rentístico estuvo ausente. He allí la Primera Gran Lección para Venezuela: El capital variable -trabajo- de un país es fuente de incremento en las tasas de ganancias, siempre y cuando los excedentes de su formación social estén orientados a la inversión y el ahorro.
En la etapa de la globalización este principio es básicamente cierto, por cuanto los esquemas rentísticos se agotan ante la insuficiencia del ingreso nacional basado en el proteccionismo estatal y la exportación de materias primas.
Las crisis de contracción de la demanda son oportunidades únicas para los países en vías de desarrollo. Para la etapa de l950, Taiwan se transformó junto a Hong Kong en proveedores seguros para las fuerzas aliadas asentadas en el estrecho de Formosa. Es de la crisis, y no de la bonanza, de donde provienen el ingenio y la creatividad que estimulan la conformación de multiplicidad de la PYMI. Ello siempre y cuando exista un Estado de seguridad jurídica para la consolidación de una clase de pequeños y medianos empresarios. La Segunda Lección: La capacidad de adaptabilidad y flexibilización de los aparatos productivos de las formaciones sociales se somete a prueba durante las épocas de crisis.
Siendo la etapa de la globalización una etapa de transición hacia un modelo de productividad intensiva basado en la tecnología y en la flexibilización del sector trabajo, esta representa una coyuntura idónea para el desarrollo de la PYMI. La acumulación de capitales en la actualidad para los países del Tercer Mundo, se encuentra francamente comprometida ante la carga representada por la deuda externa. Los apologistas del desastre reiteradamente aluden que Venezuela perdió sus grandes oportunidades en 1958, 1974 y 1989. Sin embargo, Taiwan en peores condiciones - Agobiada por la pobreza y acechada por China Comunista, logró un proceso intensivo de acumulación de capital -ahorro- amparándose en el respeto a los compromisos financieros adquiridos y destinando los financiamientos obtenidos a la inversión en sectores industriales que por su multiplicidad, adaptabilidad y flexibilidad ofrecen mayores opciones ante las crisis recesivas internacionales. La Tercera Lección sería en consecuencia: El proceso de acumulación de capitales es permanente y producto de la dinámica de las diversas estructuras económicas de una formación social.
En Venezuela la distribución rentística de los ingresos petroleros derivada de una superestructura que tercerizó la economía a partir del crecimiento macrocefálico del Estado, y no permitió la diversificación productiva desestimulando el establecimiento de la PYMI. Una Cuarta Lección: El hombre y su inventiva constituyen un elemento básico en el modo de producción que no debe ser sujeto a regulaciones o subsidios que limiten su capacidad creadora.
En la Venezuela rentística era más provechoso esperar los subsidios - agrícolas, financieros etc..- que insertarse en modalidades productivas innovadoras. El Estado venezolano para entrar en el modelo neoliberal impuesto por el FMI deberá romper con su esquema intervencionista, para dar paso a la iniciativa privada: La Quinta Lección: La planificación de la economía por el Estado sólo es admisible en las primeras etapas de la acumulación de capitales, debiendo asumir roles de orientador una vez que la economía adquiera un proceso dinámico.
La dinámica de una economía no se mide por la cantidad de productos -obsérvese el caso OPEP- sino por la calidad de su producción. En este caso Venezuela se encamina con procesos como la Orimulsión hacia la optimización de su producción de mercancías con alto valor agregado. La Orimulsión es un ejemplo satisfactorio de lo que se logra en democracia. Pero esa democracia hay que llevarla al seno mismo de las empresas venezolanas y especialmente a la PYMI, en lo que el Modelo Taiwanés ha denominado estimulación positiva, siendo la Sexta Lección: Los empresarios y líderes políticos deben fungir de motivadores de la productividad laboral mejorando la seguridad del empleo, el ingreso y el ejercicio del trabajo.
Este es un punto muy controversial en relación a Taiwan, por las altas cifras de accidentes industriales que registra. No obstante la benevolencia confuciana que acompaña al empresario de la PYMI taiwanesa es paradigma a seguir. Sin embargo es titánica la tarea de que dicho proceder sea reproducido por nuestro noveles empresarios, intentando alcanzar de esta forma la lealtad del trabajador taiwanés para con su PYMI. Esto no implica la renuncia a los derechos fundamentales de los trabajadores. Se refiere a alcanzar una forma -incluso por vía coactiva- consensual de acuerdo donde la eficiencia de PYMI se traduzca en la mejora en las condiciones generales de vida de la sociedad civil en su conjunto.
Quizá para los occidentales esto posea un contenido cercano al Corporativismo. En este punto es indispensable hacer referencia a las bases del consenso. Estas provienen de una evidente mejora en la calidad de vida de la sociedad civil. De forma tal que no pueden plantearse mecanismos consensuales en sociedades donde la desigualdad de oportunidades es la norma y no la excepción. Entonces la Séptima Lección Sería: La distribución equitativa del ingreso proveniente de los excedentes sociales debe ser garantizada a los individuos mediante la garantía de su eficiente participación en el proceso productivo y no a través del mecanismo del subsidio para la subsistencia.
De hecho una de las críticas que se realizaron al modelo estructuralista, fue el que hacía recaer en el Estado la responsabilidad sobre la competitividad que las empresas nacionales poseerían. Los regímenes de regulación, subsidio y proteccionismo no formaron parte del establecimiento del parque industrial. Por el contrario pasó a ser un componente del proceso productivo y de la comercialización de las mercancías. Ello tuvo dos consecuencias devastadoras en Venezuela: La creación de una pequeña burguesía marginal que descansaba en los programas de asistencia social; la creación de una clase obrera altamente politizada y clientelar poco comprometida con la producción.
Si a ello sumamos el que la mayoría de las grandes empresas eran -y continúan siendo- de propiedad estatal, se entenderá el por qué de la baja productividad de las mismas, aún cuando fueron receptoras de tecnología de punta. El valor agregado que debió provenir de una fuerza de trabajo altamente calificada fue ignorada como mecanismo de consolidación empresarial, prevaleciendo los valores clientelares. La Octava Lección: La fuerza de trabajo es un componente básico en la confección de mercancías que al desvalorizarse, desvaloriza el bien producido. Por tanto debe ser eje de las PYMI contar con los mejores trabajadores en cada campo, capaces de generar altos índices de plusvalor mediante el trabajo intensivo.
Ese último punto es clave para Venezuela, por cuanto el desmantelamiento del Estado de Bienestar ha sido acompañado por el desempleo masivo, sin que existan mecanismos reales de convertibilidad de esa fuerza de trabajo para su introducción en los esquemas de productividad y eficiencia que exige el paradigma neoliberal.
Taiwan logró a partir de 1953 movilizar a su principal capital -trabajo- hacia la obtención de una meta común. Venezuela en los albores del 2000 deberá iniciar una reflexión profunda de los valores que orientan el crecimiento económico y político de la nación.
La Ultima Gran Lección para Venezuela es la generación de confianza y la unidad de la sociedad civil con el Estado para adquirir el compromiso del desarrollo mediante la explotación intensiva del capital más valioso: El Hombre.
Estrategias para la aplicación de las lecciones
Hemos enfocado las lecciones al caso particular de Venezuela, por ser la realidad más cercana y que mejor conocemos, lo cual nos permite diseñar alternativas posibles para su aplicabilidad. Obviamente el éxito del modelo de desarrollo taiwanés fue el resultado de una serie de factores, como anteriormente mencionamos, que van desde lo interno a lo externo, además de implicar procesos de principios y técnicos complejos; pero lo fundamental de ese esquema se quiso extraer, de allí que podamos colocar lo esencial de estos elementos en la práctica.
Para conocer el alcance que puedan tener estas lecciones, primero debemos hacer un breve reconocimiento de las limitaciones que presenta el Estado venezolano. En primer lugar, el período democrático del régimen venezolano iniciado en 1958 se inscribió dentro del esquema rentístico petrolero. La distribución de la renta era la tarea fundamental del aparato del Estado y no había correspondencia entre la producción industrial y el PIB real. Hoy se reconoce abiertamente que la política populista de orientar los ingresos petroleros hacia obras públicas, subvenciones y programas sociales coyunturalistas generaron crecimiento en base al endeudamiento, más no desarrollo.
Venezuela conoció la figura del dualismo económico representada en el crecimiento exponencial de las empresas ligadas directamente al sector petrolero, mientras que sectores no industrializados -agricultura, artesanía- eran favorecidos con subsidios que no estimulaban la producción. Por el contrario, se transformaban en mecanismos de anclaje y no estimulaban la demanda. Medidas obstruccionistas como:
· Gasto Público Creciente: No Destinado a la Inversión.
· Sobrevaluación de la Moneda: En base a los precios del petróleo.
· Alto Proteccionismo Arancelario: La economía interna sólo producía para el consumo interno, puesto que las mercancías producidas no eran competitivas internacionalmente. A nivel nacional, su consumo se hacía factible a consecuencia de los subsidios a los precios.(Gil, 1992:305)
En segundo lugar, Venezuela, de manera similar al resto de los países en vías de desarrollo, confronta un problema macroeconómico derivado a que gran parte de sus ganancias provienen de la exportación de productos básicos con escaso o ningún valor agregado. Generalmente esos productos no superan más de tres renglones. Así la dependencia respecto a las exportaciones le ubica en una situación de fragilidad comercial nacional e internacional. Un descenso en los precios de las exportaciones, puede generar una recesión económica. Más aún, cuando la demanda de los productos primarios proviene fundamentalmente de las economías industrializadas.
El fenómeno económico que derivó en la catástrofe de la deuda para los países OPEP, fue que su capacidad de crecimiento económico intensivo basado en la inversión industrial para la producción de mercancías destinadas al mercado externo no se cumplió. Firmemente sujetos al Modelo de Sustitución de Importaciones, no captaron las potencialidades que la coyuntura política internacional ofrecía para alcanzar un exitoso proceso de acumulación primaria. Mientras Taiwan estimulaba la construcción de una clase de pequeños propietarios, en Venezuela se subsidiaba la producción y los servicios creando un mercado de consumo que descansaba exclusivamente en el Estado.
En Venezuela el efecto económico no sólo repercutió en el déficit de cuenta corriente. También desestimuló la inversión privada, núcleo originario de las PYMI. Era más rentable producir para las empresas del Estado o para el consumo interno, con la plena garantía de la existencia del subsidio estatal. Además el empresariado se encontraba en situación de minusvalía ante la suspensión de las garantías económicas:
Pese a las medidas económicas impuestas por los diversos gobiernos desde 1983, siguiendo -no siempre- las recomendaciones del FMI, hasta 1993 no se logró detener el calentamiento de la economía. Para la PYMI esta situación conformó un reto. Hasta entonces, sólo las grandes empresas productoras de bienes comercializables en el mercado interno, abastecedoras de la industria petrolera o beneficiadas por el subsidio estatal, habían logrado consolidarse. Siempre con el apoyo del Estado y bajo un esquema clientelar, que en poco beneficiaba la construcción de un mercado sano.
En tercer lugar, a pesar que la PYMI venezolana ha fungido de cenicienta económica, durante las etapas de expansión basadas en los petrodólares, hoy aparece como una alternativa factible para modificar el modelo cepalista de Orientación Hacia Dentro. Es significativo observar como en los programas de ajuste ejecutados por las diversas administraciones venezolanas desde el año 1983, se ignora por completo o se dedica muy poca atención al estímulo a la PYMI.
No hubo un planteamiento eficiente que elevara los elementos calidad, competitividad y productividad a los niveles necesarios para enfrentar el crecimiento hacia fuera que reclamaba la nueva realidad mundial.
La esclerosis que padecían las grandes industrias estatales se reflejaba en la industria privada, quienes en 1988 estaban convencidas que la única alternativa viable era la apertura y el rompimiento con los esquemas de subsidio tradicional del Estado de Bienestar. Las medidas tomadas en 1986 por el gobierno de Jaime Lusinchi en lo que se conoció como Golpe de Timón, desalentaron aún más la inversión privada al caer las exportaciones en un 33%.
Para las PYMI no fue un estímulo el desacertado Bono de Incentivo a las Exportaciones. Tarde se había comprendido que el establecimiento de una base productiva sana, pasaba por la existencia de condiciones infraestructurales y estructurales que posibilitaran la consolidación de industrias para la exportación, en especial la PYMI.
Llegado el año de 1987 el Golpe de Timón de Lusinchi impulsó el crecimiento expansivo de las empresas básicas en pleno proceso de recesión mundial. La intención era la atracción de capital foráneo para la reactivación de la producción en las grandes empresas públicas. Los inversionistas extranjeros desatendieron la invitación, por las mismas razones que lo había hecho anteriormente:
· Inseguridad Jurídica.
· Inseguridad Administrativa.
· Inseguridad Política.
Con lo anterior hemos querido destacar brevemente las dificultades que presenta Venezuela, pero a pesar de ellas consideramos oportuno plantearnos alternativas que sirvan para cambiar el rumbo. Es así como en principio consideramos que el planteamiento de generar desarrollo a partir de las PYMI es un aspecto que debe ser rescatado, ya que durante muchos años se ha hablado de ello e incluso se han creado entes como Corpoindustria, INCE, entre otros, para facilitar el proceso y los resultados no han sido satisfactorios. Sin embargo, considerando lo expuesto en los párrafos anteriores y mientras la reforma del Estado esté en proceso, vemos como una vía plausible para la aplicación de las lecciones la participación de las organizaciones no gubernamentales (ONG), conjuntamente con los estados regionales, a partir del proceso de descentralización.
La promoción de incentivos e instrucción por parte de las ONG´s, pueden facilitar el proceso de capacitación de la fuerza de trabajo, así como también en algunos casos pueden servir de fuentes para la obtención de créditos. Para ello es necesario el apoyo del gobierno, pero en este caso sería del ente regional que en colaboración con las ONG´s, fungirían de iniciadores en el proceso. Entre los Estados que podrían insertarse en un programa piloto hemos considerado a Carabobo, Zulia y Táchira, ya que pensamos son los más idóneos por su ubicación geográfica y sus recursos tanto materiales como potenciales. También se sugiere la alternativa de impulsar el desarrollo del eje fluvial Apure/Orinoco, lo que nos daría salida rumbo al Atlántico, permitiendo el transporte de mercancías. Claro está que todo esto debe establecerse en programas a largo plazo, que deben ser constantes y sobretodo permitir a los individuos que participen en ellos un mejoramiento constante, a fin de obtener los beneficios que ofrece un sistema basado en la PYMI.
Drucker (1997) señala que se necesitan personas, pequeños negociantes locales que cuenten con suficiente apoyo de una organización central para que su negocio sea eficiente, y que sin embargo tienen que ser responsables dentro de su propio círculo, todo esto con el fin de crear un sistema de distribución que a su vez genere desarrollo.
El apoyo a la PYMI como alternativa para la generación de un modelo de desarrollo económico cuenta con ventajas como son, la creación de fuentes de trabajo, acceso a los mercados, adaptabilidad, flexibilidad, competitividad, entre otras. Consideramos que Venezuela cuenta con recursos, tanto humanos como materiales, para impulsar este tipo de acciones que pueden surgir como iniciativas propias pero a largo plazo pueden generar ingresos independientes del modelo rentístico, que permitan el crecimiento económico de la población en general. Debemos ir en búsqueda de un sistema que nos permita democracia, desarrollo y mercado.
En el marco de grandes cambios como son la globalización y la regionalización se hace altamente necesario ejecutar políticas que vayan dirigidas a la búsqueda de elementos que permitan el desarrollo económico. Sabemos que no es una tarea fácil y que no podemos cambiar de la noche a la mañana las estructuras, no podemos dejar de ser un país petrolero, pero podemos tratar de aumentar nuestras ventajas competitivas más que las comparativas, para así insertarnos en el proceso. Pero debemos tener presente que sólo el hombre es que hace las ventajas, de allí que ese sea nuestro más valioso recurso.

No hay comentarios.: