viernes, noviembre 11, 2005

El desarrollo de EE.UU. y América latina, en el centro de un debate

Fue protagonizado por economistas e historiadores de prestigio. Algunos criticaron la influencia de las dictaduras en la región. Otros enfatizaron aspectos culturales y políticos para explicar la brecha existente.
Más cerca del ingenio que de la historia política, un análisis oído ayer, en un recreo del seminario que transcurrió en el Malba, asegura que en algún punto los Estados Unidos tomaron bajo su ala el futuro europeo, dejaron Africa a la Cruz Roja y América latina al Fondo Monetario Internacional. No era éste el tema del coloquio de historiadores y economistas, organizado por la Fundación Daniel J. Chávez Morán, de México, y la Universidad Di Tella, sino la brecha inalcanzable en el desarrollo de los Estados Unidos y América latina. No la relación entre uno y otros, sino en términos de performance económica.Muy temprano el auditorio ya estaba a tope —y así siguió todo el día— para escuchar a Enrique Krauze, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y director de la revista "Letras Libres", y Tulio Halperín Donghi, autor de obras fundamentales como "Revolución y guerra". Ambos trazaron un mapa de esa disparidad desde el siglo XIX y la primera mitad del siglo pasado. Halperín, quien volvió a sostener que luego de la crisis mundial de 1929 Argentina ya no tuvo chances de avanzar, respondió que la calidad de los líderes nacionales no era mucho mejor en el siglo XIX; pero que sin duda fue un país más fácil de gobernar. Halperín recordó la perplejidad de George Clemenceau, durante su visita por los festejos del Centenario, sobre cómo podía crecer tanto el país con una dirigencia tan pobre, y su única explicación posible: "Argentina crece de noche mientras sus políticos duermen".Más tarde fueron convocados para echar luz sobre la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad Riordan Roett, politólogo de la universidad de Columbia, y Jorge Domínguez, de Harvard. En su notable ponencia, Domínguez rastreó el origen de las diferencias al medio siglo que siguió a los procesos de independencia y sacó las siguientes conclusiones: "Crecieron mucho y con más rapidez las economías que lograron insertarse precozmente en el comercio internacional; las que invirtieron recursos en los recursos humanos y aquellas que garantizaron al ahorro y la inversión." Domínguez fue bastante descarnado en su diagnóstico: la matrícula de bachilleres en México es la mitad de aquella de España, Corea y los Estados Unidos; la de Brasil representa un cuarto." Pero atribuyó el estancamiento regional a la discontinuidad democrática, que dejó a Latinoamérica fuera de juego, incapaz de construir la plataforma necesaria para aprovechar la gran ola del comercio internacional desde los 80. "Las dictaduras desatienden los recursos humanos; se privilegió el endeudamiento antes que el ajuste. Los 70 se perdieron en pugnas institucionales." En otras palabras, puso el foco en la educación. Roett, por su parte, atribuyó lo que algunos llaman "la maldición de la baja competitividad" latinoamericana a la dificultad de sostener el contrato social, lo que tanto las diferencia de los tigres asiáticos. Y aportó una perspectiva autocrítica del modo en que la política exterior estadounidense pudo influir en el estancamiento. Durante la guerra fría, dijo, Washington concentró sus prioridades en reforzar a Europa, que tenía a la URSS a sus espaldas, y a una Asia débil frente a la amenaza maoísta. "Washington dejó la región en manos del sector privado y el comercio".Las sesiones de la tarde reunieron a James Robinson, de Harvard, y a Adam Przeworski, de la Universidad de Nueva York, en torno de la calidad institucional como incentivo o impedimento para el desarrollo. De acuerdo con Przeworski, el primer motor del crecimiento es contar con "instituciones capaces de absorber los conflictos sociales y procesarlos dentro de reglas precisas". En otras palabras, "la inestabilidad es muy costosa" porque deja una agenda política irresuelta y explosiva. Los panelistas habían dejado al público inmerso en el desánimo, ante una suerte echada siglos atrás. Pero con las preguntas —fogoneadas por el ex presidente Julio Sanguinetti—, los académicos despejaron algunos clisés. Przeworski refutó el determinismo cultural en los resultados de las naciones: "pese a un bello artículo del premio Nobel Amartya Sen sobre la pasividad asiática, allí está el crecimiento de China, sin precedentes". Y Robinson desmintió que la colonización británica resultara más favorable al crecimiento que la de Portugal o España. "Muchas de las experiencias coloniales británicas fueron desastrosas, allí tenemos a Guyana o Nigeria. Quizá haya sido exactamente al revés: el desastre quizá se explique por el hecho de que en Massachusetts había menos riqueza inmediata que en Zambia".

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