domingo, noviembre 13, 2005

Un problema contable profundiza la crisis en GM

El lema de gestión de Rick Wagoner, presidente de General Motors Corp., es “hechos, no palabras”. Pero a medida que la automotriz estadounidense entra en una crisis cada vez más profunda, aumenta la presión para que Wagoner hable más y haga más. La posición de Wagoner al frente de la mayor automotriz del mundo atraviesa por un momento crucial. El jueves, los inversionistas golpearon las acciones de GM, llevándolas a su punto más bajo desde octubre de 1992, cuando los directores externos de la compañía decidieron, ante la posibilidad de acogerse a la protección de las leyes de bancarrota, despedir a la plana ejecutiva. Ayer, los inversionistas también se desprendieron de los bonos de GM, que tienen calificación de chatarra, en medio de las preocupaciones de que una investigación contable por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. genere más incertidumbre financiera. La empresa sorprendió a los inversionistas el miércoles en la tarde al revelar que había registrado indebidamente en sus libros las rebajas ofrecidas por sus proveedores, lo que infló sus resultados de 2001 en entre US$ 300 millones y US$ 400 millones, alrededor de la mitad de las ganancias anunciadas en ese entonces. La noticia representa un traspié para una compañía que hasta el momento había eludido dudas sobre sus prácticas contables, algo que ha golpeado a otras empresas. GM dijo que el tema de las rebajas es sólo uno en una serie de temas que están siendo examinados por la SEC. Desde que tomó las riendas de la compañía como presidente ejecutivo en 2000, la gestión de Wagoner ha sido marcada por una serie de reveses que han minado el impacto de las decisiones bien tomadas. El declive de más de dos décadas de GM la ha dejado tan débil que pronto podría perder el titulo de la principal automotriz del mundo frente a Toyota Motor Corp. Wagoner dijo en una entrevista que GM tiene un “plan bien pensado, exhaustivo y agresivo no sólo para hacer a la compañía rentable de nuevo sino conducirla al tipo de resultados financieros que nuestros accionistas esperan’. Pero Wagoner dijo no estar preparado para decir cuando GM volverá a ser rentable. Independientemente de si Wagoner logra mantenerse en su cargo y restaurar la rentabilidad de GM, la compañía será más pequeña y más globalizada de lo que es hoy, con muchos cambios con respecto al gigante que dominó el mundo automotriz hace 20 años. Pese a que Wagoner contempla planes de recortar 25.000 empleos en EE.UU. para 2008, GM busca expandirse en China, Corea del Sur y Europa del Este. Los ejecutivos de GM dicen que su plan a largo plazo es mover lo que ellos llaman “huella” de fabricación fuera de los EE.UU., Alemania y otros países con altos costos laborales. Al mismo tiempo, la calificación de chatarra de la deuda de GM ha forzado a Wagoner a considerar la venta de una participación en la joya de la corona del gigante corporativo: General Motors Acceptance Corp. GM tratará de mantener una participación minoritaria en GMAC, dice Mr. Wagoner. Wagoner no ha mostrado señales de tirar la toalla en esta pelea. A finales del mes pasado llegó a un acuerdo con el sindicato United Auto Workers, que de acuerdo con GM, recortará en US$ 1000 millones los desembolsos en efectivo para servicios de salud, aunque durante los próximos dos años, los ahorros fluirán a fideicomisos destinados a subsidiar los costos médicos de los jubilados de GM Para principios de diciembre se espera que Wagoner anuncie planes de cerrar algunas fábricas en Norteamérica como parte de un plan más amplio para que las fábricas de la compañía trabajen a una capacidad del 100%, actualmente están al 85%, de acuerdo a cifras de la compañía. En 1991, el presidente ejecutivo de ese entonces, Robert Stempel, hizo un compromiso similar cuando presentó un plan para cerrar 21 fábricas. En menos de un año, la junta de GM forzó la salida de Stempel. Wagoner también ha prometido ahorros sustanciales con sofisticadas estrategias de compra que hacen uso de proveedores en países con bajos costos laborales. El ejecutivo ha presionado por enviar más unidades de ingeniería de vehículos a Corea del Sur y ha reorganizado las operaciones de desarrollo y fabricación de vehículos de GM, esparcidas por todo el mundo, en unidades globales, en un esfuerzo por eliminar los problemas organizacionales que dieron como resultado vehículos como el Saab 9-3 y el Opel Vectra. Estos dos modelos son similares en tamaño, pero no pueden ser construidos en la misma fábrica. La mayoría de las medidas de Wagoner tomaran años para que produzcan resultados. Pero en estos momentos, GM está en problemas porque la economía, el mercado automotriz y sus rivales no se han comportado como esperaba cuando diseñó su estrategia. Wagoner no es dado a mostrar su desilusión en público. Al interior de GM, dicen sus subordinados, Wagoner les pide que se concentren en sus trabajos y que no se distraigan con el torrente de malas noticias. También practica la compartimentalización que predica. Ha mantenido su aplomo y su visión de un GM que es ágil, global y en crecimiento tanto en sus ventas como en sus ganancias, pese a los golpes recientes.

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